Israel, un pueblo que destruye su propia historia.
Pedro La Camera Ruano
Miembro de la Asociación Democracia Canarias XXI
Israel, como nación, se construyó sobre un holocausto causado por Hitler. Hoy Israel destruye ese cimiento causando un nuevo holocausto sobre Palestina realizado por Netanyahu. Las semejanzas son horribles pero ciertas. Israel ha perdido su derecho a recordarnos su historia como pueblo.
El actual Israel está traicionando la memoria histórica del propio pueblo judío, que fue víctima de persecuciones y exterminio, al ejercer políticas semejantes que reproducen sufrimiento sistemático sobre otro pueblo, el de Palestina
Gaza es hoy un testimonio del presente y advertencia para la historia. Ya no es solo un territorio en disputa; es un pueblo asediado, una generación atrapada entre los escombros, la hambruna y el fuego. Cada niño que muere de hambre, cada madre que llora sobre los restos de su hogar, cada hombre que intenta sobrevivir bajo bombas que no distinguen inocentes de combatientes, son la prueba viviente de que esto ya no es guerra, esto es exterminio.
No es una exageración ni una metáfora: las imágenes y los testimonios diarios muestran un patrón sistemático. Bloqueos que impiden el paso de alimentos y medicinas, destrucción planificada de hospitales, escuelas y viviendas, ataques continuos contra zonas densamente pobladas. Cada acción no es un error; es parte de un plan que busca hacer inviable la vida de un pueblo entero.
Y la paradoja histórica duele aún más: un pueblo que nació del sufrimiento de un genocidio, que vio cómo millones de sus hermanos fueron aniquilados por la barbarie nazi, hoy ejecuta políticas que producen un efecto similar sobre otro pueblo. La historia observa y no olvida. No habrá excusa moral que pueda limpiar la sangre derramada ni propaganda que pueda borrar el testimonio de quienes mueren en silencio.
Los hechos ya hablan más fuerte que cualquier informe. No se trata de disputas territoriales ni de enfrentamientos militares. Se trata de vidas que se extinguen, de cultura que se borra, de un pueblo que es condenado a desaparecer de su propia tierra. Cada día que pasa, cada bloqueo que se mantiene, cada bombardeo que arrasa barrios enteros, es una página más en un registro que la humanidad no podrá ignorar.
¿Dónde acabará esto? Acabará en la memoria de todos nosotros, acabará en el juicio de la Historia, acabará en la conciencia colectiva de un mundo que habrá visto, y permitido, el sufrimiento sistemático de millones de seres humanos.
Y también acabará con quienes creen que la fuerza puede reemplazar la justicia, que el miedo puede sustituir la moral, que la violencia puede borrar la humanidad. Ningún poder que se construye sobre la destrucción del inocente sobrevive a la verdad por siempre.
Gaza no puede esperar. Su sufrimiento no puede ser ignorado. El mundo no puede mirar hacia otro lado. Lo que hoy parece inevitable, puede y debe detenerse antes de que se convierta en una catástrofe irreversible. La historia ya observa; la humanidad ya siente; y el juicio, tarde o temprano, será implacable.
