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En el corazón de Gaza, existe hoy en día una crisis humanitaria, cruenta y de proporciones devastadoras que se desarrolla mientras el mundo observa en silencio

Gaza: Un Pueblo en Llamas, Una Humanidad en Silencio

Pedro La Camera Ruano

MIEMBRO DE DEMOCRACIA CANARIAS XXI

23/05/2025

La crisis actual en Gaza tiene sus raíces en el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, cuando el grupo islamista lanzó una ofensiva sorpresa contra Israel. Durante este ataque, Hamás disparó miles de cohetes y sus combatientes cruzaron la frontera, atacando comunidades israelíes y tomando rehenes civiles y militares. Este acto coincidía con la autorización del gobierno de Israel para expandir asentamientos en territorios palestinos en Cisjordania por parte de colonos protegidos por el propio ejército israelita. 

Israel respondió con una ofensiva militar masiva sobre Gaza, lo que llevó a una escalada del conflicto que ha continuado hasta hoy. Desde entonces, la guerra ha causado decenas de miles de muertes y una crisis humanitaria sin precedentes.

En los últimos años, la violencia ha aumentado, especialmente en Gaza, donde Israel ha llevado a cabo ofensivas militares y bloqueos. La comunidad internacional sigue dividida sobre cómo resolver el conflicto.

En el corazón de Gaza, existe hoy en día una crisis humanitaria, cruenta y de proporciones devastadoras que se desarrolla mientras el mundo observa en silencio. Miles de vidas palestinas han sido marcadas por el sufrimiento, la destrucción y la incertidumbre, en un conflicto que no da tregua. Familias separadas, hogares reducidos a escombros y niños creciendo en un entorno donde la violencia es una constante.

El conflicto en Gaza ha sido impulsado por sectores radicales de extrema derecha y extremistas religiosos, que han intensificado la violencia en lugar de buscar soluciones diplomáticas. A lo largo de la historia, los regímenes autocráticos y los movimientos extremistas han recurrido a la fuerza para imponer sus agendas, evitando el diálogo y la negociación. En el gobierno de Israel, figuras del Sionismo Religioso y los judíos ultraortodoxos (jaredíes) han promovido políticas agresivas en el conflicto con Palestina, justificando acciones militares con narrativas nacionalistas y religiosas. Esto ha generado condenas internacionales y llamados urgentes para el cese de la violencia y la protección de los civiles.

La comunidad internacional ha reaccionado con declaraciones, sanciones y protestas, pero ¿es suficiente? ¿Cuánto tiempo más puede soportar un pueblo antes de ser completamente olvidado? La historia nos ha enseñado que la indiferencia es cómplice de la tragedia, y en este caso, la voz de Gaza clama por justicia, por dignidad, por vida.

En cuanto a la postura de los ciudadanos israelíes, hay una diversidad de opiniones. Mayoritariamente apoyan las acciones del gobierno, mientras que otros han expresado su rechazo y han participado en protestas contra la ofensiva en Gaza. La percepción de la situación está influenciada por factores históricos, políticos y de seguridad.

Respecto al futuro de los palestinos en Gaza, la situación es incierta. La ONU ha advertido que las condiciones impuestas por Israel podrían poner en peligro la existencia de los palestinos como grupo. Además, se han reportado niveles alarmantes de desnutrición y desplazamientos forzados de la población gazatí. Los expertos han señalado que la comunidad internacional debe tomar medidas urgentes para evitar una catástrofe aún mayor.

Así, a lo largo de año y medio el Estado de Israel ha condenado al hambre y a las enfermedades a la población de Gaza a lo cual le ha sumado una política de bombardeos y ataque sistemáticos a infraestructura civil, hospitales, escuelas, campos de refugiados y han hecho todo lo posible para evitar el ingreso de toda ayuda humanitaria a la Franja. Todo esto ha tenido como resultado el exterminio de decenas de miles de personas a los cuales también condenaron durante año y medio a abandonar sus casas y trasladarse forzosamente de un lugar a otro. Hoy sus habitantes mueren por el hambre, desnutridos. Mientras, en la frontera de Gaza, se acumula miles de camiones cargados con ayuda humanitaria, impidiendo Israel su entrada.

Cuando se leen o escuchan testimonios de la vida cotidiana en Gaza es inevitable encontrar similitudes con los testimonios de los judíos del gueto de Varsovia. Una de las principales diferencias entre ambos genocidios, y que responde a una novedad de este Siglo XXI, es que el genocidio de Gaza ha sido transmitido en vivo y en directo por redes sociales. Eso en sí mismo es una gran novedad, algo totalmente nuevo, todos a través de computadoras, celulares u otros dispositivos hemos sido testigos de la barbarie, hemos visto videos de bombardeos a escuelas u hospitales, de niños mutiladas, de los estragos del hambre, de familias llorando, tratando de recuperar los cuerpos de sus familiares bajo los escombros, etc. Y esto es una gran diferencia con el Holocausto dado que allí los nazis hicieron grandes esfuerzos para mantener la “Solución Final” bajo estricto secreto de Estado.

En el caso actual de Gaza, el estado de Israel lleva más de año y medio actuando con total impunidad a plena luz del día, aun siendo transmitido por las redes y sin la posibilidad de ocultar la barbarie. Esto se nos presenta como un precedente de impunidad peligroso ya que, estaríamos ante la constitución de una verdadera aberración jurídica, ética y moral que es la concreción de una especie de “derecho al genocidio” que la comunidad internacional, por intermedio de los países imperialistas, parece haberle otorgado a Israel. Cuando a la mera impunidad en la realización del hecho, los actos genocidas, se le suma el apoyo activo, es decir, cuando USA y la Unión Europea no solo no hacen nada para evitar las masacres, sino que incluso lo proveen de armamento y afirman el “derecho de Israel a defenderse” estamos entonces ante la transmutación del genocidio en un derecho.

De esto último hemos tenido grandes ejemplos desde las denuncias por antisemitismo a quienes critican al genocidio y defienden la causa palestina, la represión constante en países como Alemania a las manifestaciones pro-palestinas, los intentos de prohibición en Francia de la bandera palestina, la represión al movimiento estudiantil por los acampes en las universidades estadounidenses y europeas contra el genocidio, etc. etc.

La comunidad internacional tiene el poder de influir en el futuro de Gaza a través de diversas acciones, como presión diplomática, ayuda humanitaria y las sanciones.

La relación de Israel con la memoria del Holocausto es compleja y ha evolucionado con el tiempo. En sus primeros años como Estado, el Holocausto fue un pilar fundamental en la identidad nacional, utilizado para justificar la necesidad de un refugio seguro para el pueblo judío. Sin embargo, algunos críticos argumentan que, en el contexto del conflicto con Palestina, la memoria del Holocausto ha sido instrumentalizada para justificar políticas agresivas.

Por otro lado, hay quienes sostienen que el Holocausto ha sido «olvidado» en el sentido de que su lección moral, el respeto por los derechos humanos y la prevención de genocidios, no siempre se ha aplicado de manera coherente en la política israelí. Esta perspectiva es especialmente relevante en el contexto de la crisis en Gaza, donde algunos han acusado a Israel de cometer crímenes de guerra.

Puede que el trauma del Holocausto sigue presente en alguna parte de la sociedad israelí, pero es más cierto, que ha sido reinterpretado en función de las circunstancias actuales, llevándola a su justificación, lo que puede hacer que el sufrimiento palestino sea visto como secundario o como un daño colateral inevitable para la sociedad israelí.

La comunidad internacional tiene la responsabilidad de tomar acciones decisivas. Las voces de los desplazados, de las familias que han perdido todo, claman por justicia, por una intervención que garantice el derecho fundamental a vivir en paz. Más allá de los discursos y condenas, los gobiernos y organismos internacionales deben impulsar soluciones reales. Esto incluye sanciones efectivas contra quienes perpetúan la violencia, el apoyo humanitario sin restricciones y la búsqueda de acuerdos que garanticen la dignidad de los palestinos en Gaza. Ignorar esta tragedia es aceptar la injusticia.

La respuesta de la Unión Europea al conflicto en Gaza ha sido criticada por su falta de contundencia. Aunque algunos países europeos, como España, Irlanda y Noruega, han reconocido oficialmente el Estado de Palestina, la UE en su conjunto ha mantenido una postura más cautelosa. Se ha instado a todas las partes a respetar el Derecho internacional humanitario, pero las acciones concretas han sido limitadas o no han existido.

España ha tomado un papel destacado en la respuesta europea al conflicto en Gaza. El presidente Pedro Sánchez ha liderado iniciativas diplomáticas, promoviendo el encuentro «Momento Gaza», donde España, junto con otros seis países europeos, exigió el levantamiento del bloqueo humanitario impuesto por Israel. España también ha trabajado para presentar una resolución en la Asamblea General de la ONU pidiendo el fin del bloqueo y la entrada inmediata de ayuda humanitaria. Además, ha sido uno de los países que reconoció oficialmente el Estado de Palestina, lo que generó tensiones diplomáticas con Israel

El silencio de la humanidad ante el sufrimiento de Gaza es una carga difícil de ignorar. La indiferencia, la demora en la acción, las promesas vacías de justicia, todo contribuye a una crisis que se perpetúa día tras día. En un mundo donde la información circula a velocidades sin precedentes, donde las imágenes de la devastación llegan a cada pantalla, ¿cómo es posible que el dolor de un pueblo siga sin respuesta efectiva?

La historia nos ha enseñado que el silencio frente a la injusticia es una forma de complicidad. Si la comunidad internacional no actúa con determinación, si los líderes siguen postergando soluciones en nombre de intereses geopolíticos, Gaza seguirá desangrándose mientras el mundo observa desde la distancia.

Esa es la pregunta que pesa sobre todos nosotros. ¿Cuánto más puede soportar Gaza antes de que la comunidad internacional actúe con determinación? ¿Hasta cuándo el sufrimiento de miles de personas seguirá siendo solo cifras en los informes y no una urgencia en las decisiones globales?

La historia nos ha enseñado que la humanidad suele despertar ante las tragedias cuando el costo del silencio se hace insoportable. Pero la verdadera cuestión es si aprenderemos a actuar antes de que sea demasiado tarde.

Hoy ya conocemos el proyecto de Donald Trump y Benjamín Netanyahu en el contexto del conflicto en Gaza. Según la oficina del primer ministro israelí, Trump expresó su apoyo a los objetivos de Netanyahu, busca transformar la Franja de Gaza en una zona completamente distinta, con una nueva estructura política y económica, que incluye la expulsión de la población gazatí y la transformación de la Franja en una zona turística similar a la Riviera Maya.

Sin embargo, esta propuesta ha sido rechazada por múltiples actores internacionales, incluidos gobiernos europeos, árabes y organizaciones de derechos humanos, que la consideran una forma de desplazamiento forzado y además de ser una condición inaceptable ara cualquier interlocutor palestino.

La comunidad internacional ha expresado su preocupación por las implicaciones de este plan, especialmente en el contexto del bloqueo y la crisis humanitaria que enfrenta Gaza. La expulsión de una población entera es un tema extremadamente delicado que plantea cuestiones éticas, humanitarias y legales. En el derecho internacional, la reubicación forzada de comunidades es considerada una violación grave de derechos humanos. Además, la identidad, la historia y la cultura de la población gazatí están profundamente arraigadas en la región, por lo que cualquier cambio drástico afectaría no solo a las personas sino a la estabilidad general del área.

En lugar de la expulsión, muchos expertos abogan por soluciones que promuevan el desarrollo económico, la estabilidad política y la paz duradera en la región, garantizando que la población pueda prosperar sin sufrir desplazamientos forzados. Hay propuestas que buscan mejorar la infraestructura, impulsar la educación y fomentar el comercio, con el objetivo de brindar a los habitantes una vida más estable y segura.

El futuro de Gaza y su población es una cuestión crucial que requiere enfoques sostenibles y humanos.

Pedro La Camera

Socio fundador de la Asociación Democracia Canarias XXI.

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